lunes, agosto 07, 2006

Ella es Juana en las noches cubanas y del mundo







¡Ay, hijo pa´qué tú formas eso! Parece que tú quieres que te haga un juicio. La naturaleza no me ha dotado de belleza, pero me ha dado su cosita pa´defenderme. ¿Tú me entiendes? Pa´que el pueblo goce. Lo que traigo es lo último pa´que me respeten.”

Espíritu burlón, La batea, Del teatro pa’ la calle, Drume negrita o Noche de ronda son canciones interpretadas muy peculiarmente por esta mujer porque en la pista, en el escenario, ella sale a hacer lo que le gusta, lo que quiere porque ella es Juana Bacallao, la diosa negra de los cabarets cubanos.

Así escuché llamarla porque aunque ella no tiene una extraordinaria belleza física, sí es muy justo afirmar que posee un carisma que la hace única en la farándula.

Juana es música de pies a cabezas, todavía con su longevidad levanta los más apáticos de los asientos y hace reír al más avinagrado de los espectadores. Además, Juana no cree en los años para brindarnos la función que esperamos, no sólo por la buena factura de la presentación, sino por todo el andamiaje que significa hasta el vestuario también. No duda en ponerse guantes de franela blanca y tacones altísimos para darnos la imagen de la típica cantante de cabaret con sus poses y glamour.

Juana Bacallao o Juana la Cubana, como más nos gusta llamarle, tiene más de siete décadas de vida artística. Cuentan que desde sus inicios resultaba para todos un verdadero enigma aquella jovencita negra, que para sonreír hacía una mueca, de muy baja estatura, regordeta, barrigoncita, pero con una gracia descomunal sobre el escenario.
Pero el mayor enigma sigue siendo que Juana Bacallao ni canta, ni baila, ni se ha podido aprender jamás un guión musical de cabaret. Las espontáneas ocurrencias y los gestos corporales caracterizan a esta show woman. El timbre de su voz es áspero, nada melodioso ni agradable al oído. Siempre hace en el escenario lo que le viene en gana, canta como le parece, desafina bárbaramente, olvida o cambia la letra de las canciones, sin artificios, sin buen dicción, a veces se le escapa alguna mala palabra y hasta ofende a cualquiera del público, cuando la provocan y no está de venas. Por su puesto que esta espontaneidad produce enormes carcajadas en todos los presentes.

Es que Juana siempre ha sido un caso raro y único en la historia de nuestro arte vernáculo, todo un espectáculo fuera de lo común, extravagante.
En la escena se transforma en un ser explosivo y fulminante, sobre todo por su vocabulario de artillería, y su boca de pura candela y gracia popular, llegando a ser hasta en ocasiones vulgar.
Algunos atribuyen su éxito y su larga trayectoria de trabajo profesional al cariño que le rinden sus amigos personales. Pero en su vida privada Juana Bacallao no es tan sociable como parece que lo es cuando canta y se mueve en escena. Ella es de carácter introvertido y tímido.
Pero Juana es muy original y natural. Pienso que esa es la verdadera razón de su éxito, su única carta de triunfo. Su atractivo y encanto ante las candilejas conjuraron siempre su buena estrella, la que ha tenido a través de todos estos años, y su hechizo, por supuesto, reitero que se debe a su originalidad, un don que quizás le obsequiaron sus santos.
Son muchísimos gratos momentos que le debemos a esta fantástica mujer, porque además, tocar la fama con las manos y mantenerse humilde es indudablemente un privilegio de grandes que tenemos que reconocer en ella. Por eso alguien dijo que cuando Juana Bacallao extiende sus brazos acaricia a la vez el cielo y la tierra. Quien la ha visto en un escenario no se imagina cuánto respeto le merecen su arte y su público. Cuando ella está en la pista es un fenómeno. Varios espacios reconocidos del mundo y de la Isla la han acogido y la seguirán aplaudiendo porque Juana no piensa todavía en el retiro. Dice ella que “mientras halla juventud y belleza” seguirá en las tablas porque ella “está p’al daño”.

Juana es una maga, sí, puede ser que lo sea, aunque siempre esos poderes, tan ocultos, son más conocidos por la naturaleza que por el hombre.

Juana la de Cuba, la del mundo, burla al tiempo y comparte con su público siempre como la primera vez. Y estará aquí como ella misma canta, hasta que la muerte le sorprenda entre cortinas y escenarios, con sus pelucas, “sus joyas”, sus lentejuelas y sus tacones altos. Y nosotros nunca nos cansaremos de aplaudirla y agradecerle de todo corazón.

1 comentario:

Xico Rocha dijo...

La música latina es inigalable, la cultura latina americana es noble.
Rocha