martes, enero 30, 2007

La Puta Respetuosa a teatro lleno

Las puertas del teatro Trianón han vuelto a verse abarrotadas de personas que intentan alcanzar las pocas sillas que sobre el escenario se distribuyen para poder presenciar la nueva puesta en escena de La Puta Respetuosa (como resulta de la traducción literal del francés), obra que tuvo su estreno en Cuba dos años después que en Francia, entonces, en 1948, bajo la dirección artística de Francisco Parés. Luego la llevó a escena Eric Santamaría en 1954. Varios años más tarde Francisco Morín la llevó a la Sala Covarrubias, en 1960 aún sin estar terminada su construcción y, según se cuenta el propio autor de la pieza vino a verla en La Habana.

Ahora, con la intención de dinamitar el texto ya reconocido y ubicarlo en un contexto donde el acoso a Lizzie tenga matices de ahora mismo, de los riesgos de un mundo que en estos días también aprende otras formas de su posible estallido, teatro El Público vuelve la vista a Jean Paul Sastre presentándonos teatro francés asumido con irreverencia y delicado sentido de respetabilidad.

Esta, la ramera, la puta de hoy, se desenvuelve en un ambiente de espectáculo teatral con elementos de show nocturno. El escenario se encuentra desprovisto casi de cualquier elemento, excepto una jaula de “cabillas” de hierro del tamaño de una habitación o cárcel si se quiere, pues a fin de cuentas de eso se trata en la obra, del sentimiento de soledad, aislamiento, impotencia ante el encierro del personaje principal, mujer-víctima que intenta luchar por la verdad de algo en lo que cree y que ha vivido y que se ve de pronto encerrada en una serie de situaciones que la convierten en un objeto. Situaciones que el personaje achaca a una serpiente maldita que lleva en el brazo y que tal vez pueda significar aquel destino maldito o quizás, aquella huella del pasado que nos marca y que cargamos de por vida sin saber por qué.

La puesta se desenvuelve todo el tiempo en un tono de marcada violencia, tanto verbal como física, tal vez, a veces denotada por el excesivo uso de las llamadas “malas palabras”. Todos se atacan de una manera u otra tratando de lograr sus objetivos asaltando la moral psicológica del personaje principal, así como de la sociedad de un tiempo que puede ser el de entonces o el de ahora en Chicago, New York o La Habana.

Las luces son otro elemento a destacar en la obra pues son ellas las que le dan carácter, nos sitúan y enfatizan los diferentes cuadros o escenas.

Sin dudas, el toque fresco dentro de tanta violencia, con lo cual no quiero decir que no sea violenta la imagen, lo dan en la obra los policías, ellos mismos, comienzan la función ataviados solamente con slips de cuero negro, látigos y elementos que nos hacen pensar en azotadores u hombres sacados de una especie de sex show, con lo cual, y con ayuda de la música, nos ayudan a situarnos en el espacio y ambiente que se quiere: Estados Unidos o tal vez, La Nación Américana, sexo, bajos instintos y trasfondos políticos y sociales.

Con “La puta respetuosa” no solo se rescata para el público cubano lo sustancial de un clásico universal representado en otros espacios nacionales y en otros momentos; también, se patentiza la habilidad del director para socializar con tonos transgresores e irreverentes su visión acerca de las múltiples tesis que subyacen en un texto y en la creación teatral.

La Música Antigua de fiesta por la ciudad




Con la actuación de la Banda de gaites de La Habana en la Plaza de Armas, a la 1:00 del día se dio inicio a las actividades del V Festival de Música Antigua Esteban Salas y con el Conjunto de Música Antigua Ars Longa, presentando la comedia madrigalesca Festino (Adriano Banchieri, Bolonia, 1567-1634) en el Palacio de Gobierno (Oficios y Muralla)a las 7:00 pm quedó inaugurado el festival.

Una vez más, la quinta vez consecutiva, el Centro Histórico acoge la celebración del Festival Internacional de Música Antigua Esteban Salas, el cual rinde homenaje al aniversario 400 del estreno de L'Orfeo de Claudio Monteverdi, una de las primeras y más preciadas obras del drama per musica ocurrido el 24 de febrero de 1607.

Bautizado por la Camerata Florentina con esa denominación, ese género vocal instrumental toma auge desde las postrimerías del siglo XVI; es el arte de bien combinar entonaciones, palabras, gestos...: la ópera.

Es por ello que en esta ocasión la Oficina del Historiador de la Ciudad y Ars Longa ofrecen un programa con obras pioneras del arte lírico, además de la representación de antiguas danzas y canciones medievales, partituras de archivos catedralicios y misionales, y virtuosas piezas instrumentales. Se trata de la música que otrora acompañaba fiestas palaciegas y rituales sacros en antiguos templos y palacios de Cuba, América y Europa.

Desde este 27 de enero hasta el 4 de febrero de 2007, tendrán lugar 16 conciertos distribuidos en ocho de los espacios del Centro Histórico: la Iglesia de Paula, el Convento de San Francisco de Asís, el Palacio de Gobierno, el Oratorio de San Felipe Neri, la Casa del Conde de Cañongo, la Casa Carmen Montilla, el Centro Hispanoamericano de Cultura y la Plaza de Armas.

Con el estreno en Cuba de la comedia madrigalesca italiana ¡Festino!, de Adriano Banchieri, Ars Longa inauguró el Festival en el Hemiciclo del Palacio de Gobierno, a manera de una representación cortesana del siglo XVI.

domingo, enero 28, 2007

Josefina Méndez, inasible evocación

Una mujer, un ave extraña, se desplaza suavemente sobre el escenario vacío y oscuro. Su danza puede ser una evolución final, pero es un canto a la vida y a la belleza. No sobra el temblor, ni importa la cercanía de inevitables conclusiones. No puede haber muerte en el espacio de la belleza. La bailarina lo sabe y danza. Su paso por la escena, su vida, esta signado por el deber de hacer hermosa la vida de todos. Solo eso debe contar. Cuando una bailarina se aleja, deja una estela de emoción y los que asistieron a su danza solo pueden agradecerla, recordarla. En la memoria de su público, la bailarina vive para siempre.

Josefina Méndez, una de las más preciadas joyas del ballet cubano, vivirá para siempre convertida en inasible evocación. Su arte está entre lo más revelador de la escena cubana. Integró una entrañable constelación danzaria que ubicó el nombre de Cuba en los pedestales más altos del ballet mundial.

La bailarina resaltó por su delicada expresión, su particular entendimiento de los estilos que interpretó. No solo deslumbró con sus destellos de joya, no solo emocionó con su arte exquisito, sino que lo hizo también a través de los jóvenes que ayudó a formar. Un bailarín formado por ella se sabía portador de un alto aval, un triunfo seguro sobre la escena. Por el legado de Josefina trasciende su labor escénica. Su nombre está asociado con la calidad de la escuela cubana de ballet, una de las principales conquistas de nuestra Isla en la cultura universal.

La bailarina no desaparece, solo ha comenzado a andar por el campo mítico donde las princesas son felices y viven para siempre. La artista, la mujer, la madre, fue artífice de la ilusión, reina de la fantasía. Todos los que de alguna manera asistieron el sábado a su despedida saben que, afortunadamente, no habrá forma de olvidar a quien lo entregó todo hasta el final, a quien amó -y sufrió- con toda la intensidad. No se puede olvidar a quién sudó, lloró, sangró para que fuéramos mejores personas, con sueños más grandes.

Josefina Méndez se ha despedido de nosotros pero nos ha dejado su puerta abierta. Siempre podremos volver a ese mundo fabuloso que creó con su trabajo delicado. Tendremos libertad para admirar su sentido perfecto de la danza, su elegancia sin límites, su gran poder dramático.

En nosotros, será siempre Odette, Giselle, Penélope, Doña Rosita que espera.

En nuestra memoria recorrerá el escenario sobre sus puntas, como un cisne moribundo. La veremos otra vez siendo el Destino, trazo sombrío que acosa a Carmen, o como la simbólica reina de un mundo voraz, trágicamente seductor, en Dionaea. Para todos, bailará para siempre La bella cubana, vestida de azul, rojo y blanco, mujer hecha patria en su arte.

Josefina Méndez, bailarina que se desplaza por un escenario que se ilumina, es un símbolo para nuestro país. Permanecerá siempre en la conciencia de las personas, en la cultura de todo un pueblo, embelleciendo la vida, ayudando a vivir, haciéndonos felices, una y otra vez, para siempre. Inasible evocación. Agradecimientos a LVP

sábado, enero 27, 2007

Nos dice Adiós Joya del Ballet Nacional de Cuba

Nos abandona una de las diosas bajadas de nuestro Olimpo, la excelsa Josefina Méndez dijo adiós a su público para siempre.

La mujer disciplinada, la sublime danzarina entregada de lleno en cada uno de sus papeles, la profesora incansable, la ensayadora constante ha dejado de existir; y deja tras de sí un verdadero ejemplo de artista fiel a sus principios y a su arte.

Ya no la veremos en los salones reflejada en los espejos mientras perfeccionaba los movimientos de los nuevos bailarines seguidores de su magisterio.

Josefina Méndez ganó con su arte el cariño infinito y la admiración ilimitada de su pueblo porque fue una de las más prestigiosas, sólidas y experimentadas representantes de la Escuela Cubana de Ballet.

Fue considerada internacionalmente como una refinada intérprete y maître de sólida valía, con más de medio siglo sobre las tablas.

Josefina formó parte de las cuatro joyas del ballet cubano junto a la también ya desaparecida Mirta Plá, Loipa Araújo y Aurora Bosch.

Su debut escénico tuvo lugar el 27 de marzo del año 1955, en el Teatro Radiocentro interpretando "napolitanos", en el III acto de El lago de los cisnes, cuando el entonces Ballet de Cuba, dirigido por Alicia Alonso e Igor Youskevitch ofrecían funciones en la capital.

Tras ese feliz momento toda su vida transcurrió estrechamente ligada a las vicisitudes y triunfos del movimiento cubano de ballet, que víctima de la apatía oficial, las incomprensiones y las constantes agresiones de los gobiernos en la pseudo república, no se amilanó hasta llegar a ser uno de los más grandiosos frutos de nuestra cultura nacional.

Se inició Josefina en la danza por vocación desde los 7 años en la Escuela de Ballet de la Sociedad Pro-Arte Musical de La Habana, hasta que llegó a su plena realización en el histórico empeño de Alicia, Fernando y Alberto Alonso, quienes se esforzaron por lograr que en Cuba el ballet fuera un arte verdadero y un derecho de todo el pueblo.

Tras la aurora revolucionaria del 1º de enero de 1959, su labor como bailarina, ensayadora o pedagoga formadora de las nuevas generaciones de artistas de ballet, alcanzó lugares cimeros. Su vida y su ejemplo son una prolongación de los grandes triunfos del ballet cubano desde entonces hasta nuestros días.

Actuó con “su” Ballet Nacional de Cuba en medio centenar de países de América, Asia y Europa, igualmente fue Artista y Maître Invitada de prestigiosas agrupaciones y festivales danzarios en diversos países, entre ellos la Ópera de París, el Festival Internacional de Chicago, la Compañía Nacional de Danza de México, el Ballet del Rhin, el Ballet de Odessa, el Ballet Arabesque de Sofia, el Ballet de Alma Atá, el Ballet de Cali y el Ballet de la Ópera de Viena.

Josefina Méndez se hizo acreedora de importantísimos galardones y reconocimientos como merecido tributo a su meritoria labor artística y por la fidelidad a su pueblo y a su Patria, entre ellos: la Distinción por la Cultura Nacional (1981), el Premio Anual del Gran Teatro de La Habana (1992), la Medalla Alejo Carpentier (1984), las Medallas de Bronce y Plata en el Concurso de Varna (1964-65), el Premio Estrella de Oro (París 1970), el Premio Internacional del Arte Sagitario de Oro (Italia, 1976), la Medalla del Consejo Brasileño de la Danza (1987), la Orden Félix Varela (1999), el Doctorado Honoris Causa en Arte (ISA, 2000) y el Premio Nacional de Danza (2003).

En el Gran Teatro de La Habana, testigo de muchos de sus grandes éxitos, se agolpan mudos recuerdos de su carrera, del crecimiento de su estatura escénica, desdoblada en cisne, en sílfide, en campesina, reina o en Wili, en uno de los temperamentales personajes de Lorca, Villaverde o Shakespeare, o en un sinfín de rostros para ofrecer la recreación de una estética pura.

Hoy sentimos profundamente su pérdida pero nos queda en el recuerdo la esencia de su arte y el haber tenido la dicha de verla bailar, de ser contemporáneos de una artista, una maestra en juventud renovada, un ser humano dulce y sublime siempre presto a ofrecer nuevas lecciones de sabiduría, una verdadera dama de la escena en la que florecía día a día la fe y la confianza en el futuro.

martes, enero 16, 2007

Vuelve Danza Contemporánea de Cuba con estrenos sensacionales.

La excepcional compañía Danza Contemporánea de Cuba, inició su primera temporada del año 2007, dedicándola a coreógrafa, profesora y directora Lorna Burdsall, por su espíritu de pertenencia y fidelidad a esta compañía y al desarrollo de la Danza en Cuba. También por por su labor en la Escuela Nacional de Danza, formadora de generaciones de Bailarines, y Directora de “Así Somos”.
Lorna Burdsall fue fundadora de la compañía Danza Contemporánea de Cuba, magnífica bailarina y coreógrafa. También se desempañó como directora de la Compañía Nacional en1964 y1965.

La temporada se inició con varios estrenos mundiales de jóvenes coreógrafos nacionales que integran la nómina del colectivo: las obras Uno y La Separación creaciones coreográficas y musicales de George Céspedes.

Uno, un trabajo de colectivo, de simetría y armonía bien acoplada es este divertimento lleno de dinamismo y especial coordinación de movimientos.

La limpieza de los movimientos, el carácter dramático y la maestría en la interpretación de Miguel Altunaga arrancaron grandes aplausos durante el estreno de La Separación.

Otro estreno fue K2OS con coreografía de Osnel Delgado Wambru y música de Tricky, High Tone y Gorillaz. La idea que centra esta presentación tan original nos lleva al mundo del oficinista, del empresario, del burócrata. Así se refiere lo que el coreógrafo nos expresa: “Usted, cuántas veces ha ordenado su maleta de trabajo, cuántas notas, teléfonos, direcciones, asuntos se le han traspapelados. En ese instante de desespero, de agobio vira su maleta al revés. Es el reflejo de su modus operandi. Es el caos reflejo de usted mismo.”

También tuvo lugar la reposición de Carmen con coreografía de Kenneth Kvamström y la música una adaptación para ballet por el compositor ruso Rodion Schedrin sobre la música original de la Opera “Carmen” de Georges Bizet.

Prospero Merimée no pudo maginarse, cuando en 1846 escribió su novela corta Carmen en una España exótica y romántica, que su gran tragedia iba a provocar tanta pasión en la escena.

La primogenitura le corresponde a la Opera Carmen (1875) de Georges Biset, apasionada, con una orquestación cuidadosa que desborda el drama. Son múltiples y muy variadas las puestas en escena de este género. Otras versiones se destacan en otros medios, como la de Carmen Jones (1954) de Otto Preminger, Alberto Alonso (1967) Francesco Rosi (1983) Peter Brooks (1983) y Carlos Saura (1983).

El coreógrafo sueco Kenneth Kvamström trae una nueva propuesta (sólo para hombres) que más que versión es un pretexto donde, Escamillo-Carmen-Don José se enfrentan a un divertimento en el Tempo de los bailarines. La masculinidad impacta a la actuación trascendente, y deviene el rito primitivo en un juego de roles, por momento taurino, donde se echan las cartas, se simulan mantillas, castañuelas y abanicos. Son majas y manolos en el humor y la tragedia.

La Compañía Danza Contemporánea de Cuba ha realizado más de 200 estrenos, y mantiene en su repertorio activo unas 60 obras, como resultado de un intenso trabajo a partir de la continua búsqueda de un lenguaje universal. Al decir de los expertos, el grupo se destaca por su estilo peculiar de amplias posibilidades expresivas que lo identifica, donde armoniza la integración del teatro moderno y el lenguaje danzario contemporáneo con los ancestros culturales.

martes, enero 02, 2007

Recibió Pablito Milanés el Premio del Gran Teatro de La Habana

Pablo Milanés, nuestro “Pablito” resultó el digno y justo merecedor de Premio Anual 2006 del Gran Teatro de La Habana.

Nuestro siempre aplaudido compositor e intérprete, convertido ya en ícono de una generación de jóvenes trovadores, surgida en el fragor de la defensa de la identidad cultural nacional, recibió de manos de la Prima Ballerina Assoluta Alicia Alonso, presidenta del jurado que concede este galardón, el trofeo, con la modestia y la sencillez que siempre le caracteriza.

Muy emotivo resultó este momento, cuando todos los presentes en la colmada sala rindieron su tributo y reconocimiento al artista mediante prolongados aplausos.

Se dice que el nombre de Pablo Milanés está muy ligado a la historia del Gran Teatro de La Habana, pues son infinitas las ocasiones en que allí se ha presentado para cantarle a su pueblo.

Es Pablito Milanés ejemplo de entrega total y permanente al arte, con una ética bien definida, elemento destacado en la fundamentación ofrecida por el jurado, donde se destacan los méritos fundacionales de Pablo como compositor e intérprete y su contribución a la historia de la canción y la música cubanas y latinoamericana.

Pablo, junto con Silvio Rodríguez y el desaparecido Noel Nicola, es uno de los 3 grandes pilares fundadores del Movimiento de la Nueva Trova, que hoy conocemos como Nueva Trova Cubana.

Entre sus méritos Pablito ha sido ganador de dos Grammy Latinos en la reciente séptima edición y del Premio Nacional de Música 2005.

El Premio del Gran Teatro de La Habana tiene como finalidad honrar a personalidades, colectivos, instituciones o eventos cuya relevancia haya sido excepcional y hayan sido presentados en cualquiera de sus salas.

Tras el momento de la premiación tuvo lugar la Gala del Ballet Nacional de Cuba en saludo al Aniversario 48 del Triunfo de la Revolución, como se realiza cada primero de enero.

Esta vez con un rico programa compuesto por las obras Las Sílfides, Canto Vital, Diana y Acteón; y la más reciente creación de Alicia Alonso, el divertimento Cuadros en una exposición.